Déjame que te cuente un cuento...

NOCHE DE LUNA LLENA

Los nuevos huéspedes llegaron a punto de la media noche sobre las doce campanadas, cuando la luna ilumina la isla con luz de plata. Justo en el instante en que el hombre lobo despierta sus instintos salvajes, los vampiros salen en busca sangre, y Cenicienta pierde su zapato de cristal en las escaleras de palacio.  En la entrada un enano resoplaba esperando con las llaves en la mano a que llegarán los nuevos habitantes de la casa. Con una reverencia exagerada les daba la bienvenida y les invitaba a entrar al jardín encantado.

-Bienvenidos a Can Cardona, un lugar mágico donde los haya. Aquí nada es lo que parece, todo es diferente a lo que hasta ahora habían pensado que sucedería en esta casa de campo. Dejen los equipajes y síganme por favor si son tan amables: Dos viviendas camufladas entre plantas y árboles les darán cobijo; una de tres habitaciones y la otra de dos. Ambas completamente equipadas y decoradas para que se sientan como en su propia casa.

Varios conejos parlanchines, se unieron al grupo y siguieron explicando con voz aguda las excelencias del lugar mientras se dirigían a los alojamientos cargando con las maletas.

- Serán testigos de un mundo alucinante, donde todo es posible, no dejamos nada al azar, todo es fruto de mentes extrañas y de personajes increíbles que habitan en esta pequeña parcela de tierra Mediterránea.

Al llegar, unos ratones daban los últimos retoques a la vivienda puliendo el suelo, mientras unas hadas terminaban de hacer las camas con cariño y esmero.

- Buenas noches queridos. Les habló una hada. - estas cosas aquí se cuidan con mucho mimo, queremos que mientras estén aquí duerman como angelitos y no es fácil dar el trabajo por finalizado.

Salieron a conocer los jardines, en una noche especial, en que los sueños se hacen realidad. Posados sobre las ramas de los limoneros, naranjos y palmeras, unas lechuzas de terciopelo de colores florecentes, llamaron la atención de los clientes y les advirtieron.


- Olviden la cordura y dejen volar la imaginación más allá de sus posibilidades. Aquí nada es verdad, ni nada es mentira. Sean inconscientes por un tiempo, porque han entrado en un mundo de fantasía.

Las lechuzas de plumas de colores se unieron al desfile volando por un cielo estrellado. La noche clara, de luz de manzana, se reflejaba en un estanque de peces luminosos. Unas ranas pedían desoladas besos a diestro y a siniestro para deshacer el conjuro de una bruja mala, y convertirse de nuevo en príncipes valientes.

Las flores eran de seda, de fragancias desconocidas por nariz alguna sobre la faz de la tierra. Mientras tanto las luciernagas que alborotaban por los alrededores se posaban sobre las rosas blancas y las magnolias amarillas.

- ¿De dónde vendrán estos extraños seres?, ¿De qué país del mundo habrán llegado? - preguntó la más pequeña.

- Se les ve buena gente, serán del planeta tierra. - confirmó una de ellas, dando como acertada la respuesta.

Siguieron el paseo previsto por el enano. Los simpáticos conejos cogieron de la mano a los niños, y los llevaron hasta el parque infantil, donde varios nomos se estaban columpiando debajo de un algarrobo centenario, donde habitaban junto a sus familiares

- Subid al columpio y quedaros a jugar con nosotros,  cuidaremos de ellos.- les rogó el nomo más gordo a sus padre.

Accedieron encantados, habían hecho nuevos amigos para sus juegos, y no parecían ser peligrosos. Siguieron el camino, y llegaron a la piscina; dos sirenitas disfrutaban de un refrescante baño de agua clara y trasparente. Tres jóvenes intrépidos del grupo se zambulleron seducidos por tales bellezas, al ir a abrazarlas se convirtieron en peces globos. Los jóvenes salieron de la piscina como alma que lleva el diablo, mientras se oían dulces cantos en el jacuzzi reclamando su presencia de nuevo.

- ¡ No lo intentéis ! les gusta jugar con los chicos. No son malas, solo un poco traviesas, pero a más de uno se le ha ido la cabeza intentando jugar con ellas a juegos a prohibidos. Les aviso el enano sin darle ni las mínima importancia. Son criaturas hermosas, pero esquivas como demonios. Lo mejor es dejar que se sientan ignoradas, y asi desaparecen de las aguas sin dejar rastro...

Siguieron el programa. Seguía la luna iluminando desde lo alto. El grupo se dirigió a un lugar muy especial del entorno. Se abrieron unas luces como por encanto y aparecieron detrás de la barra del bar dos gatos, uno blanco y el otro negro. Vestidos con chaleco y pajarita, batiendo la coctelera. Una música de jazz alegraba el ambiente. Los huéspedes sin dudarlo se sentaron a tomarse unas copas con todos los personajes que habían conocido en el jardín encantado.

- Bienvenidos al bar "Los Gatos Rebeldes" somos un dúo incomparable, amenizamos las noches con música y bebidas. Pidan lo que quieras señores y señoras que se los serviremos en un periquete.

Se quedaron boca abiertos, era más de lo que ellos habían soñado para sus vacaciones, o, ¿ eran solo alucinaciones producidos por los exóticas cócteles que los esmerados gatos les habían preparado ?  Poco antes de la madrugada todos los personajes animados fueron desfilando de vuelta a sus hogares. El gato blanco iba recogiendo los vasos, mientras el gato negro iba anunciando que el bar se cerraba antes de que llegara la madrugada.

- Buenas noches amigos, ha llegado la hora de dar por terminada la función, es hora de volver a casa. Gracias a todos por esta inolvidable velada.

Al día siguiente los nuevos huéspedes se levantaron tarde, y fueron en busca de sus nuevos amigos. Unos pájaros piaban en los arboles, un par de conejos se escondieron en su madriguera, unos ratoncitos al verlos huyeron despavoridos, de las sirenitas no quedaba ni rastro, tan solo unas coloridas mariposas se posaron sobre sus hombros, susurandoles al oido...  

FIN

Felices vacaciones en Can Cardona, un lugar mágico donde los haya.     

Autor del cuento. Juan José Cardona

Contacto

645 843 484 / 971 330 811
infovillacancardona.com
Av. Punta Arabí, Nº 113 - Santa Eulalia, Ibiza

Nuestro cuento

Los nuevos huéspedes llegaron a punto de la media noche sobre las doce campanadas, cuando la luna ilumina la isla con luz de plata.
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